Un huevo duro puede parecer un alimento simple, pero su
conservación adecuada es esencial para evitar enfermedades transmitidas por
alimentos.
Instituciones citadas por Good Housekeeping advierte que, a
diferencia de los frescos, los huevos cocidos tienen una vida útil más corta y
su almacenamiento incorrecto incrementa el riesgo de contaminación.
De acuerdo con la Administración de Alimentos y Medicamentos
de los Estados Unidos (FDA) y los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades (CDC), existen pautas precisas sobre cómo conservarlos y durante
cuánto tiempo, haciendo énfasis en la refrigeración y el manejo higiénico para
prevenir infecciones como la salmonela.
La diferencia clave entre huevos frescos y duros radica en
la pérdida de la capa protectora natural de la cáscara durante la cocción. Good
Housekeeping explica que esta barrera es la primera defensa contra bacterias;
al eliminarla, el huevo se vuelve más susceptible a la contaminación. Por ello,
los huevos duros deben conservarse con mayor cuidado.
La durabilidad de los huevos duros depende de su
almacenamiento. Según la FDA, deben mantenerse en el refrigerador a 4 °C o
menos, ya sea con o sin cáscara, y consumirse en un plazo máximo de una semana.