Los perros perciben a los humanos como miembros especiales de su grupo social, diferentes a otros canes. La experta Jessica Hekman explicó que esta relación se remonta a 10.000-15.000 años atrás, cuando los lobos más sociales se acercaron a los humanos. Con el tiempo, evolucionaron hacia una especie más sociable que sus ancestros lobunos, lo que les permitió prosperar.
El neurocientífico Giorgo Vallortigara comparó el comportamiento canino con el de los niños en la "prueba de la Situación Extraña". Los perros muestran una reacción más intensa al reencuentro porque no comprenden la separación temporal como algo natural. Para ellos, la ausencia del dueño equivale a un abandono de la manada.
El ritual de saludo incluye lamidos y olfateos que les permiten obtener información sobre dónde estuvo su dueño. Berns aclaró que este comportamiento no responde solo a la expectativa de comida, sino a un genuino afecto por la compañía humana. Los perros experimentan emociones similares a las humanas, aunque con menor capacidad de abstracción.
Cuando volvés a casa, tu perro no solo expresa alegría por el reencuentro, sino también alivio por el fin del aburrimiento. Vallortigara señaló que ocho horas de soledad representan un período prolongado para un animal social. El saludo efusivo combina la felicidad del reencuentro con la curiosidad por descubrir las novedades que traés.
Los expertos recomiendan responder a estos saludos para reducir el estrés canino, aunque se puede entrenar a los perros para que lo hagan de manera menos invasiva. El vínculo entre perros y humanos se asemeja al que existe entre padres e hijos, con la diferencia de que los canes no pueden anticipar el regreso de su dueño.
