El envejecimiento suele traer
molestias articulares y una pérdida progresiva de flexibilidad. Sin embargo,
adoptar ciertos hábitos puede transformar la calidad de vida en la adultez.
El primer hábito recomendado es la
actividad física. Ejercitarse con regularidad fortalece los músculos que rodean
las articulaciones, promueve la salud ósea y del cartílago, y reduce el dolor y
la rigidez. Las rutinas sugeridas incluyen caminar, nadar, ciclismo, pilates,
yoga, entrenamiento en intervalos de alta intensidad y ejercicios de fuerza.
El control del peso constituye otro
pilar esencial. El exceso de peso ejerce presión adicional sobre las
articulaciones, favoreciendo el dolor, la pérdida de funcionalidad y el
desarrollo de osteoartritis. Expertos consultados por Verywell Health destacan
que incluso una pequeña reducción de peso contribuye a aliviar el dolor
artrítico y mejora la movilidad articular.
Para minimizar riesgos, se
recomienda estirar y calentar antes de comenzar la actividad física, realizar
enfriamiento tras el ejercicio, aplicar principios de ergonomía laboral, sumar
ejercicios neuromusculares y propioceptivos, y respetar los periodos de
descanso y recuperación.
En cuanto a suplementos, algunas
opciones pueden ayudar a reducir el dolor y la inflamación articular en
personas con artritis. El pescado, fuente de ácidos grasos omega-3, es de los
más estudiados por sus beneficios antiinflamatorios.