Las semillas de chía, provenientes de la planta Salvia
hispanica L., emergieron en la última década como protagonistas de un fenómeno
global de alimentación saludable. Desde su uso ancestral entre los aztecas y
mayas hasta el auge actual en las cocinas y estudios nutricionales
internacionales, su fama no resulta fortuita.
Las semillas de chía se destacan por su perfil nutricional
excepcional. Según datos de Harvard Health, por cada porción de aproximadamente
28 gramos (dos cucharadas soperas), la chía aporta entre 138 y 140 calorías,
4,7 a 5 gramos de proteína, cerca de 9 a 10 gramos de fibra y alrededor de 8,7
a 9 gramos de grasa, de las cuales la amplia mayoría corresponde a grasas insaturadas
beneficiosas para la salud.
Siguiendo el informe de la Universidad de Harvard, los
micronutrientes que contribuyen a su “superalimento” incluyen calcio
(aproximadamente 179 mg por porción, equivalente al 14% del valor diario
recomendado), magnesio (95 mg), fósforo (244 mg), y dosis relevantes de hierro
y zinc.
Un aspecto relevante, tal como destaca el estudio publicado
en Food Science and Nutrition, es el predominio de los ácidos grasos omega-3 en
forma de ácido alfa-linolénico (ALA). La chía suministra alrededor de 5 gramos
de ALA por porción, lo que la coloca a la cabeza entre alimentos de origen
vegetal ricos en estos compuestos.