El estrés forma parte de nuestra vida cotidiana. Puede
activarse por un problema, un examen, una conversación difícil. En pequeñas
dosis, cumple una función útil al mantenernos alertas. Sin embargo, cuando se
vuelve crónico, puede afectar significativamente la salud, nuestros nervios y
el equilibrio emocional.
El sistema nervioso no solo interviene en la respuesta al
estrés, también regula estados como la calma, el bienestar y la sensación de
seguridad. Cuando opera de forma adecuada, contribuye a la estabilidad. Si está
alterado, se desregula y pueden aparecer estados de ansiedad, agotamiento o
burnout.
La doctora Gabriela González Alemán, doctora en Genética del
Comportamiento y neurocientífica, explicó que el estrés puede alterar el
sistema nervioso de múltiples formas, tanto a nivel estructural como funcional.
“En general se recomiendan las intervenciones
psicoeducativas y de regulación emocional, las técnicas de relajación y
mindfulness, la respiración diafragmática, yoga, intervenciones conductuales y
refuerzo positivo y estrategias de distracción y de contención emocional”.
“Todas estas son terapias que pueden ayudar en caso de que
la causa no sea orgánica como para descubrir y tratar estrés crónico o traumas
en la infancia. Cuando se encuentra durante su estudio una causa orgánica como
alguna enfermedad, se recomiendan terapias dirigidas hacia esta patología que
genera disfunción” describió.