Los
especialistas señalan que el frío puede
desencadenar desde traqueobronquitis infecciosa hasta resequedad cutánea,
la cual favorece infestaciones que provocan picazón intensa y trastornos
digestivos.
Con la
llegada del invierno, el panorama para nuestras mascotas cambia radicalmente:
el descenso de las temperaturas, el aumento de la humedad y las variaciones
bruscas de clima favorecen la proliferación de agentes infecciosos y agravan
dolencias crónicas. Aunque tendemos a pensar que basta con abrigarlos, los cuidados invernales van mucho más allá
de un abrigo extra.
Uno de los
problemas más comunes en esta época es la traqueobronquitis infecciosa canina,
conocida popularmente como "tos de
las perreras". Se trata de una inflamación del tracto respiratorio
superior que cursa con tos seca y sonidos ásperos al respirar, y afecta con
particular facilidad a perros que
conviven en guarderías, parques o residencias caninas.
Sin embargo, la prevención invernal no se limita solo a la vacunación. Las rutinas de higiene y cuidado dermatológico cobran un papel esencial, sobre todo en razas de pelo corto o sin manto protector. "Perros como el chihuahua o el carlino pueden sufrir xerosis cutánea por el frío, lo que favorece la aparición de dermatitis y sobreinfecciones", añade Pincheira. Para esos casos, además de hidratar con lociones específicas, un antibiótico de acción prolongada como Convenia resulta muy efectivo para erradicar bacterias secundarias y acelerar la recuperación de la piel.
Además de
los problemas de piel, el invierno suele aumentar las molestias en perros con
artrosis: el frío y la humedad
incrementan la rigidez articular y hacen que muchos perros mayores o con
lesiones previas se muestren más lentos y doloridos. Para estos casos, resulta
fundamental combinar paseos suaves y zonas de descanso cálidas con cuidados
médicos que ayuden a controlar la inflamación. En consulta, es habitual
recomendar antiinflamatorios como Rimadyl masticable, que alivia el dolor y
facilita que el animal recupere parte de su movilidad y comodidad durante los
días más fríos.
¿Y la ropa? No todos los perros necesitan un suéter.
Razas de doble capa como husky, golden retriever y malamute, cuentan con un
pelaje naturalmente aislante que regula su temperatura, mientras que las de
manto fino o escaso, como el whippet o el galgo, requieren abrigos ligeros y
secos. Independientemente de la raza, es crucial secar bien el pelaje tras cada
paseo bajo la lluvia o la nieve: un
pelaje húmedo facilita la pérdida de calor y favorece las infecciones cutáneas.
El manejo
nutricional también se ajusta en invierno: ofrecer alimentos con un ligero
incremento de calorías o añadir suplementos ricos en ácidos grasos esenciales
fortalece la barrera cutánea y el sistema inmune. Asimismo, mantener siempre agua fresca a temperatura
ambiente y evitar corrientes de aire en los lugares de descanso ayuda a
prevenir malestares respiratorios.
Finalmente,
no podemos olvidar la desparasitación
periódica: tanto los parásitos internos como externos siguen activos en
refugios, parques cerrados y jardines. Un calendario antiparasitario, ajustado
a la edad y estilo de vida del perro, es
tan vital como la vacunación para garantizar su bienestar durante los meses
más fríos.
Con un enfoque integral
como vacunación adecuada, hidratación, nutrición de calidad, abrigo selectivo y
desparasitación constante, podemos proteger a nuestros compañeros peludos de
los rigores del invierno. De este modo, disfrutaremos juntos de la temporada más fría
del año con energía, salud y la calidez de una convivencia plena.