Terence Crawford es el nuevo monarca del boxeo mundial. El
peleador superó Saúl “Canelo” Álvarez en uno de los combates más importantes de
los últimos años. Los jueces le otorgaron la victoria por decisión unánime. El
invicto del boxeador de Omaha, Nebraska, Estados Unidos, se extendió a 42
luchas sin conocer la derrota.
En Las Vegas se anticipó una pelea histórica y quienes
pudieron seguirla la tuvieron. No por un combate explosivo, más parecido a uno
callejero que al profesionalismo, no; sino porque tanto Crawford como Canelo
opusieron estilos sin sacrificar fundamentos del boxeo. Fue una lucha de nivel
altísimo, en lo físico y en lo intelectual.
Cuando la pelea exigió un intercambio de golpes, en las
pocas ocasiones que esto sucedió, Crawford lo asumió con entereza; si era
necesario tener prudencia para ir corrompiendo la defensa de su rival de forma
progresiva, lo hacía. Quien no lo viera en uno u otro plan, podía verlo
saltando, conservando la distancia con Canelo.
Así se llegó al último round, con Crawford en dominio de la
escena, del ritmo y la compostura. Canelo redobló la apuesta por su estrategia,
buscó un golpe que revirtiera la tendencia; en cambio, encontró otros de los
puños del estadounidense, los mismos que lo atravesaron en los asaltos previos.
Canelo, reconocido a través de su carrera por su defensa, la inteligencia en la gestión de las peleas, esta vez fue superado en esas áreas. Cuando la campana sonó por última vez, la sensación es que no era necesario que los jueces dieran un veredicto. Al hacerlo, confirmaron lo que 65 mil espectadores presentes en el Allegiant Stadium y miles, quizá millones que siguieron el combate por Netflix, sabían o podían intuir: esta noche, Terence Crawford se ganó su espacio propio en la historia del boxeo, al convertirse en el primer luchador en ser campeón indiscutido en tres divisiones diferentes.