En la última década, la salud mental se posicionó en el
centro del debate sanitario mundial, al evidenciarse un aumento sostenido de
los trastornos depresivos y ansiosos en todos los grupos de edad. A pesar de
los avances en psicoterapia y farmacología, un porcentaje considerable de
pacientes permanece sin alivio duradero.
Actualmente, la comunidad científica reconoce que casi un
tercio de quienes sufren depresión mayor no obtiene mejoría con antidepresivos
y psicoterapia. Especialistas advirtieron sobre la urgencia de buscar respuestas
en otras áreas, y la evidencia recopilada en los últimos cinco años señala a
los desajustes endocrinos como posibles responsables de múltiples casos de
depresión y ansiedad persistentes.
Los propios avances en la atención médica ilustran la influencia
hormonal sobre la salud mental. Por ejemplo, una investigación publicada por la
Oxford University, destacó que la terapia de reemplazo hormonal (TRH) pudo
reducir significativamente la necesidad de antidepresivos entre mujeres
menopáusicas, aliviando síntomas de depresión y ansiedad.
De esa manera, los investigadores sugieren que las terapias
hormonales podrían beneficiar a un grupo mucho más amplio de pacientes,
incluyendo hombres y mujeres en diferentes etapas de la vida.
En los hombres, la deficiencia de testosterona —o
hipogonadismo— se relaciona con irritabilidad, tristeza y deterioro cognitivo.
Un estudio calculó que afecta a 35% de los hombres mayores de 45 años. Aunque
no forma parte de los protocolos habituales para tratar la depresión, la terapia
de reemplazo de testosterona (TRT) se asocia con la mejora de síntomas
anímicos, según una revisión que involucró a más de 2.000 hombres.