“NADAR” es el
verbo intransitivo que significa “avanzar en el agua [una persona o un animal]
haciendo los movimientos necesarios con el cuerpo y las extremidades, sin tocar
el fondo ni otro apoyo”. Popularmente se cree que todos los perros
saben nadar, pero esta afirmación no se ajusta a la realidad. Lo que ocurre es
que todas las razas tienen el instinto
de utilizar sus patas y moverlas para mantenerse a flote y no hundirse;
hacer el “perrito” como nos dicen a las personas cuando somos pequeñas. Pero
eso no significa que los perros sepan nadar, y por ello, encontramos razas con
destreza nadadora innata, razas con capacidad para aprender y otras, tan torpes
o limitadas, que pueden poner en peligro su vida si lo intentan.
La destreza del animal dependerá de factores como su anatomía, genética, aptitud, edad,
experiencia, estado de salud y condición física.
Podemos destacar
razas con gran empatía y habilidad acuática por lo general como el Terranova,
Golden terrier, Labrador Retriever, Perro de Aguas, Setter. Por el
contrario, las razas con más
dificultades para nadar son las braquicéfalas (hocico chato) como el
Bulldog, Pug, Boxer, Chow Chow, pero también Lebreles y Galgos por su
morfología orientada a la carrera, pero no a la natación.
Sea cual sea la raza de nuestra mascota, no hay que
descartar que de vez en cuando se dé un chapuzón, ya que la natación es un buen ejercicio físico y una forma ideal de pasar un
rato divertido y refrescante. Siempre, claro, que se lleve a cabo de forma
segura - en un entorno controlado y supervisado - y el perro disfrute y no se
convierta en una experiencia estresante. La natación es una actividad perfecta
para eliminar el sobrante de energía acumulada y, evitar así, que se convierta
en ansiedad. El animal que se refresca y
lo pasa bien, gana en relajación y buen humor. No obstante, nunca deberemos
forzar a un animal temeroso porque obtendríamos el efecto contrario al deseado.
Si el mar, la piscina, el río o el estanque forman parte de
nuestro entorno habitual, será conveniente que acostumbremos a nuestra mascota
desde su etapa de cachorro (a partir de los 12 meses), poniéndolo en contacto
con el agua y convirtiendo el baño en un momento de juego. La seguridad y la
tranquilidad del animal son irrenunciables, por lo que, si la situación lo
requiere, podremos utilizar alguno de los modelos de flotadores salvavidas para
perros que existen en el mercado.