La sensación de falta de tiempo se volvió casi una
percepción normal en estos días tan acelerados y vertiginosos que nos toca
vivir.
Las listas de tareas se alargan y los objetivos cumplidos
suelen ser pocos. Cada vez queda menos tiempo para actividades esenciales, como
almorzar, dormir las horas recomendadas, pasear o conversar cara a cara con un
amigo.
Todo esto no es inofensivo: genera frustración,
insatisfacción y afecta claramente nuestra vida, aunque no nos detengamos a
prestarle atención.
Un artículo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)
menciona que Francesc Núñez, profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de
la UOC, aborda la falta de tiempo en la vida actual a partir del concepto de
aceleración formulado por el sociólogo alemán Hartmut Rosa.
“La vida en las sociedades contemporáneas se ha acelerado”,
sostuvo Núñez, “lo que significa que la cantidad de acciones por unidad de
tiempo ha aumentado”.
Si bien los desarrollos tecnológicos prometían darnos más
ocio, en muchos casos provocaron el efecto inverso. Nos sentimos sobrecargados
de tareas, superexigidos y con falta de tiempo libre para disfrutar de la vida.
La doctora María Roca, directora de INECO Organizaciones y
subdirectora del Departamento de Neuropsicología de INECO explicó que la
sensación de no dar abasto frente a lo que el ambiente nos exige, tanto en
tiempo como en recursos personales, genera altos niveles de estrés.