La fiebre tifoidea, una enfermedad infecciosa potencialmente
mortal, fue noticia esta semana al confirmarse que 17 personas resultaron
enfermas en Ciudadela, partido de Tres de Febrero, al contaminarse un tanque de
dos edificios con agua de pozo sin supervisión sanitaria.
Ante la sumatoria de casos, las personas debieron hacerse
análisis médicos, cuyos resultados en el laboratorio de ANLIS/Malbrán,
detectaron la presencia de la bacteria Salmonella Typhi en las muestras
analizadas.
La infección se transmite principalmente a través de
alimentos y agua contaminados, y su prevalencia sigue siendo alta en regiones
con condiciones sanitarias deficientes.
La rápida urbanización, la falta de control en la provisión
de agua en infraestructuras precarias, y el cambio climático intensifican el
problema, a la vez que el aumento de las resistencias antibióticas agrava su
control, y crea mayor riesgo de contagio en poblaciones vulnerables.
Según el doctor Juan Carlos Cisneros, médico infectólogo y
subdirector del Hospital de Enfermedades Infecciosas Francisco Javier Muñiz, “El
diagnóstico de la fiebre tifoidea se basa en una evaluación clínica de los
síntomas, que incluyen fiebre alta, diarrea dolor abdominal, náuseas y fatiga.
El médico, además, realiza una serie de pruebas para confirmar la presencia de
Salmonella Typhi en muestras de sangre, heces o orina. Los análisis de
laboratorio permiten detectar la bacteria en el cuerpo del paciente”.