Reducir el consumo de azúcar puede transformar la salud en
cuestión de días. Más allá de los riesgos ampliamente conocidos, como la
obesidad y la diabetes tipo 2, eliminar los azúcares añadidos de la dieta puede
mejorar la calidad del sueño, la elasticidad de la piel e incluso el estado de
ánimo.
Según la información de expertos en nutrición para National
Geographic, los beneficios pueden percibirse de manera casi inmediata, y los
cambios en la alimentación pueden marcar la diferencia en el bienestar a corto
y largo plazo.
Los azúcares naturales se encuentran en alimentos como
frutas, verduras, leche y pan. No solo proporcionan energía, sino que también
aportan nutrientes esenciales como vitaminas, minerales y fibra.
Un mango, por ejemplo, contiene más de 20 gramos de azúcar
natural, pero su alto contenido de fibra ayuda a que la absorción sea más
lenta, evitando picos de azúcar en la sangre y asegurando una energía
sostenida.
Por otro lado, los azúcares añadidos son aquellos que se
incorporan a los productos procesados para mejorar su sabor, textura o
conservación. Se encuentran en refrescos, cereales, productos de panadería y
muchos alimentos ultraprocesados.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU.
(FDA) recomienda limitar su consumo a un máximo de 50 gramos diarios, ya que no
aportan nutrientes esenciales y pueden considerarse “calorías vacías”.
Además, existen más de 260 nombres para los distintos
azúcares añadidos en las etiquetas de los alimentos, lo que puede dificultar su
identificación.