
Ver jugar a
nuestras mascotas es una de las escenas más tiernas y relajantes del día. Sin
embargo, en ocasiones nos cuesta
distinguir si nuestros gatos están disfrutando o si han pasado de un juego
amistoso a una pelea. Te contamos cuáles son las señales a tener en cuenta.
Señales que los gatos están jugando
Cuando los gatos
juegan entre ellos, suelen tenerlos siguientes comportamientos:
Posturas relajadas: aunque pueden saltar y atacar, sus cuerpos están
relajados. Los gatos que juegan no suelen tensar los músculos ni adoptar una
postura defensiva.
Movimientos rápidos, pero suaves: los movimientos de los gatos en juego
son rápidos, pero no excesivamente agresivos. Puedes notar que se turnan para
atacar y defenderse, mostrando un equilibrio entre ambos.
Cambios de roles: en el juego, los gatos se turnan para ser el
“cazador” y la “presa”. Esto es un indicativo de que ambos disfrutan la
actividad y no hay una agresión real.
Mordidas suaves: las mordidas son comunes en el juego, pero no
deberían ser lo suficientemente fuertes como para lastimar. Los gatos que
juegan con cuidado tienden a controlar la fuerza de sus mordidas.
Algunas de las señales más comunes de una pelea
entre gatos son:
Pelo erizado y posturas defensivas: Si el pelo de los gatos está erizado y
adoptan posturas rígidas, es probable que no estén jugando.
Gruñidos, bufidos y maullidos fuertes: Estos sonidos son indicadores claros de
incomodidad y agresión. Si los escuchas, es recomendable separar a los gatos de
manera segura.
Orejas hacia atrás y pupilas dilatadas: Las orejas pegadas a la cabeza y las
pupilas dilatadas son signos de que un gato se siente amenazado y está listo
para defenderse.
Falta de alternancia en el ataque: A diferencia del juego, durante una
pelea un gato tiende a ser el agresor continuo, sin alternancia en los roles.
Rasguños y mordidas profundas: Las mordidas y los arañazos en una pelea
real son más intensos y pueden dejar heridas visibles.