
En Finlandia, la relación entre la naturaleza y la salud
infantil ha pasado de intuición popular a evidencia científica concluyente.
Durante los últimos años, diversos estudios han dejado en
claro que los niños que crecen en contacto frecuente con elementos naturales
desarrollan un sistema inmunitario más robusto y están menos expuestos a
enfermedades que afectan a millones de personas en sociedades urbanizadas.
Así lo sostienen docenas de estudios comparativos previos,
los cuales han identificado que los menores criados en entornos rurales
presentan menor propensión a sufrir enfermedades asociadas con desórdenes
inmunológicos, tales como la enfermedad celíaca, alergias, atopia y ciertos
tipos de diabetes.
El trasfondo científico de esta observación parte de un
principio ampliamente aceptado en la microbiología moderna: cada ser humano
constituye un ecosistema compuesto por billones de microorganismos—bacterias,
virus y hongos—que incluso superan en número a las propias células humanas en
una proporción de cuatro a uno.