Los animales pueden servir como fuente de consuelo y apoyo. Los perros de terapia son especialmente
buenos en esto. A veces, los llevan a hospitales o residencias para ayudar a
reducir el estrés y la ansiedad de los pacientes.
"Los perros están muy presentes. Si alguien está
luchando con algo, saben cómo sentarse y ser amorosos", dice la Dra. Ann
Berger, médica e investigadora del Centro Clínico de los NIH en Bethesda,
Maryland. "Su atención se centra en la persona todo el tiempo".
Berger trabaja con personas que tienen cáncer y enfermedades
terminales. Ella les enseña sobre la plena conciencia para ayudar a disminuir
el estrés y controlar el dolor.
"Los fundamentos de la plena conciencia incluyen la
atención, la intención, la pasión y la sensibilización", dice Berger.
"Todas esas cosas son cosas que los animales nos brindan. La gente tiene
que aprenderlo. Los animales hacen esto
de manera innata".
Los investigadores están estudiando la seguridad de llevar animales a los hospitales, porque ellos animales pueden exponer a las personas a más gérmenes. Un estudio actual está estudiando sobre la seguridad de traer perros para visitar a niños con cáncer, dice Esposito. Los científicos examinarán las manos de los niños para ver si hay niveles peligrosos de gérmenes transferidos del perro después de la visita.
Los perros también pueden ayudar en el aula. Un estudio
encontró que los perros pueden ayudar a los
niños con TDAH a enfocar su atención. Los investigadores inscribieron a dos
grupos de niños diagnosticados con TDAH en sesiones de terapia grupal de doce
semanas. El primer grupo de niños le lee a un perro de terapia una vez a la
semana durante treinta minutos. El segundo grupo le leyó a marionetas que
parecían perros. Los niños que leían a los animales reales mostraron mejores
habilidades sociales y más intercambio, cooperación y participación voluntaria.
También, tenían menos problemas de
comportamiento.
Otro estudio encontró que los niños con trastorno del espectro autista estaban más tranquilos
mientras jugaban con cobayos en el aula. Cuando los niños pasaron diez minutos
en un grupo de juego supervisado con cobayos, sus niveles de ansiedad
disminuyeron. Los niños también tuvieron mejores interacciones sociales y
estuvieron más comprometidos con sus compañeros. Los investigadores sugieren
que los
animales ofrecieron aceptación incondicional, lo que los convirtió en un
consuelo tranquilo para los niños.