Si se vuelve un ladrido excesivo que no permite comprender
el motivo, hay ciertas técnicas para intentar revertirlo. Puede ser una buena idea recurrir a ayuda profesional, con un
veterinario o escuela canina.
En primer lugar, es importante conocer que utilizar castigos nunca es una buena
opción. Muchas personas optan por collares de impulsos, que castigan en
forma de pulverización cuando el animal ladra; aunque esto los asusta y los
lleva a dejar de hacerlo, el problema no
termina. En el caso de que ladren por inseguridad o depresión, tendrán aún
más miedo, porque aunque no realicen esa acción, por dentro sentirán pánico.
Una alternativa más amigable y probada con éxito es la
planteada por Germán Quintana, doctor en veterinaria y experto en
comportamiento, quien dejó en claro que en
vez de castigarlo, es mejor premiar el comportamiento que sí es correcto;
es decir, cuando esté tranquilo, darle
una recompensa, para que relacione portarse bien con recibir un regalo.
Es igualmente crucial
evitar reforzar conductas no deseadas. Por ejemplo, si un perro le lleva su
pelota a su dueño y ladra para llamar la atención y jugar, al ceder
repetidamente se estará fortaleciendo ese comportamiento. Esta táctica habrá sido efectiva y, en el futuro, el perro volverá a
ladrar cuando quiera jugar.