Aunque los gatos
suelen ser más reservados que los perros,
algunas investigaciones recientes revelan que el vínculo entre humanos y
felinos está mediado por la química cerebral, particularmente por la oxitocina,
conocida como la “hormona del amor”.
Esta sustancia no solo se libera en relaciones entre personas cercanas, como
entre madres e hijos o amigos, sino
también durante interacciones con
animales, generando confianza y bienestar.
Según Laura Elin
Pigott, profesora titular de Neurociencias y Neurorrehabilitación de la
Facultad de Salud y Ciencias de la Vida, Universidad South Bank de Londres, en
un artículo en "The Conversation" explicó que un análisis, realizado
en Japón, demostró que breves sesiones
de caricias de los tutores con compañeros de cuatro patas aumentan este
compuesto en el organismo.
"Un estudio
de 2002 también descubrió que esta descarga de oxitocina por el contacto suave
con un gato ayuda a reducir el cortisol (la hormona del estrés), lo que a su
vez puede bajar la presión arterial e incluso disminuir el dolor“, detalló la especialista.
Además, se activa el sistema nervioso parasimpático, promoviendo la relajación
y facilitando la conciliación del sueño.
Por otro lado, la
convivencia con animales tiene efectos más amplios en el cerebro. Un estudio de
la Universidad de Ginebra sugiere que los dueños de felinos mantienen sus habilidades cognitivas más ágiles, como
la fluidez verbal, y que la
interacción diaria puede actuar como amortiguador frente a la ansiedad y la depresión.