El dolor crónico es una de las condiciones más desafiantes
que afectan a millones de personas en todo el mundo. A diferencia del dolor
agudo, que tiene una causa evidente y se alivia con tratamiento, este persiste
de forma constante, alterando todos los aspectos de la vida del paciente.
La sociedad no reconoce su impacto más allá del sufrimiento
físico, pero el dolor prolongado tiene efectos devastadores sobre la salud
mental, la identidad personal y la capacidad de los afectados para interactuar
con el mundo.
El dolor crónico transforma la vida de quienes lo sufren,
hasta el punto de que muchos pacientes ya no recuerdan lo que es vivir sin él.
Este malestar constante condiciona todas las actividades diarias, desde el
trabajo hasta las interacciones sociales.
Según el Dr. Fernando Domingo, especialista en Medicina del
Dolor consultado por la revista Hola, el dolor crónico no solo es un síntoma
físico, sino que también afecta profundamente el estado emocional de la
persona, afectando su familia, su productividad y su calidad de vida. Este
impacto es aún mayor cuando se desarrolla un círculo vicioso, en el que el
dolor incrementa la ansiedad y la depresión, lo que a su vez intensifica la
percepción del dolor.