La semana pasada hablamos en BHInfo con la doctora Cecilia Borroni, abogada de la familia Fabaro, a propósito del casi nulo avance de la causa que investiga el asesinato de María Elvira, una mujer de 38 nacida en Punta Alta, fue brutalmente golpeada y luego asesinada por su pareja, Lucas Polito, el 19 de enero de este año en una casa de la localidad de Florida en Vicente López.
La terrible noticia impactó a toda la localidad de Punta Alta, por lo espeluznante del caso, pero también, porque el padre de Elvira, Luis Fabaro, es un médico muy querido y reconocido en aquella ciudad.
Su vida dio un giro inesperado ese día, perdió a su hija de una manera incomprensible y tuvo que hacerse cargo de su nieto. “Desde que estoy nuevamente en Punta Alta, teniendo al bebé, mucha gente del consultorio y todos los que me reconocen, me saludan y me dan apoyo y fuerza para seguir adelante. Todo es muy difícil, es muy fuerte lo que sucedió, muy doloroso para un padre y para una familia, es muy fuerte no poder ver nunca más a nuestra querida hija.”, comienza relatando Luis.
Elvira era una persona excelente, muy cercana a su familia, simpática y muy querida por sus amigas. “Ella había terminado la carrera de administración de empresas en la Universidad Nacional del Sur, después de eso trabajo en Bahía Blanca y luego decidió irse a Buenos Aires ya que tengo a mis otros dos hijos viviendo allá”, comenta el doctor.
Una de las estrategias del imputado, fue acusar a su pareja de violenta, de haber querido golpear al bebé. “Mi hija no tenía ningún problema de salud mental, hasta el último momento estuvo trabajando en la empresa, estaba totalmente perfecta, no tomaba ninguna medicación. Y de él no tenemos antecedentes ni de la familia que nos haya comentado que padecía alguna patología o alguna psicopatía de base o que hubiera estado en algún tratamiento”, destaca Luis.
Indudablemente, en los 5 años de pareja, se habían generado vínculos entre las familias y amigos. Sin embargo, luego del homicidio, nadie se puso en contacto con la familia de Elvira. “Lo único que sé, es que, según los dichos de sus amigos, él seguía usando el celular en la cárcel. Eso es increíble, tiene acceso a leer en internet información sobre ciertas patologías y luego simularlas perfectamente.”
Luego de casi cinco meses de letargo y poco movimiento, hoy comienzan a verse algunos avances en la causa. “Dentro de las pruebas que estamos solicitando con la abogada penal de parte de la doctora Borroni, pedimos que se revisen las llamadas telefónicas que hubo esa noche, antes y después del crimen, detalles de la modificación de la escena del crimen, ustedes saben que le pusieron una tijera en la mano a mi hija, intentando simular que ella se había auto agredido. Fue algo terrorífico”.
Tal vez, de esta dramática historia que ya contamos, la parte más destacada es que la salud del hijo de Elvira nunca estuvo en peligro. Si bien estuvo al lado de su madre al momento del asesinato, siempre estuvo en buen estado. “Después del crimen, el bebé fue llevado a una maternidad, en la provincia de Buenos Aires, donde lo atendieron muy bien, le hicieron todo tipo de estudios, para descartar que tuviese lesiones o heridas.”
"Por suerte el bebé está muy bien, nosotros lo recibimos con siete días de vida, después de dos días en donde le estuvieron haciendo todos los estudios para ver en qué estado se encontraba. Luego el juez de familia de San Isidro nos entregó la autorización de abrigo, con lo cual ya la pudimos traer hacia acá, a la ciudad de Punta Alta, que es donde vivimos nosotros, junto con el bebé. Hoy está a punto de cumplir seis meses”, continúa contando Luis.
Más allá del amor que claramente le da su familia, en estas situaciones hay cuestiones legales que se deben cumplir. “Ya pasamos al otro período que se llama la guarda, y después, posiblemente, ya nos otorguen la tutela. La jueza de familia va haciendo controles con su equipo técnico para ver cómo atendemos al bebé, si lo cuidamos, si lo protegemos, si lo alimentamos o si le hacemos todos los controles de salud.”
Casi espontáneamente, en cada momento del relato, Luis siente la necesidad de expresar lo que siente por su hija, y no es para menos. “Lo vamos llevando con todo el amor y cariño, a pesar de nuestra edad, que ya tenemos más de 70 años con mi esposa. La tremenda tristeza es que mi hija no haya podido estar con él, con todo lo que quería a su bebé. Ella había preparado todo lo que quería para su bebé, su cunita, sus pañales, la ropita…”