
La inflamación crónica está vinculada a la mayoría de las
enfermedades graves y representa uno de los riesgos de salud pública más
relevantes a escala global. La Organización Mundial de la Salud (OMS) atribuye
el 50% de las muertes a este proceso persistente.
Ante este escenario, los especialistas destacan que
incorporar ciertos hábitos sencillos en la vida cotidiana puede ayudar a
reducir la inflamación del organismo y aportar diversos beneficios a largo
plazo.
Las siguientes prácticas, recomendadas por expertos y
respaldadas por organismos internacionales, forman parte de una estrategia
integral: mantener una hidratación adecuada, practicar ejercicio físico
adecuado, cuidar la alimentación, priorizar el descanso nocturno, limitar el
consumo de alcohol y tabaco.