
Los perros llevan miles de años compartiendo su vida con
nosotros y uno de los secretos de esta conexión se encuentra en la manera en que perciben el mundo.
Sus sentidos funcionan de manera diferente a los nuestros, potenciando
algunas capacidades mientras sacrifican otras. Entender cómo sienten, escuchan,
ven, huelen y perciben el entorno nos ayuda a comprender mejor su comportamiento.
En esta nota hablaremos sobre los cinco sentidos de los
perros: oído, vista, tacto, gusto y
olfato. Analizaremos cómo funcionan, qué diferencias presentan en
comparación con los humanos y cuál de ellos es el más desarrollado.
El oído es uno de
los sentidos más potentes en los perros. Ellos son capaces de captar sonidos de frecuencias mucho más altas que los
humanos, llegando hasta los 65 kHz, mientras que nosotros nos limitamos a
unos 20 kHz.
Existen muchos mitos en torno a la visión canina, como la
creencia de que solo ven en blanco y negro. La realidad es distinta: los perros son daltónicos, pero distinguen
tonalidades de azul y amarillo. Lo que sí está reducido es su percepción de
colores como el rojo y verde.
El tacto en los
perros está presente en diversas partes de su cuerpo, pero tiene una
importancia especial en zonas como el
hocico y las patas.
En las almohadillas
de los perros se concentran terminaciones
nerviosas que les permiten percibir vibraciones y temperaturas del suelo.
Aunque parecen duras, estas zonas son sensibles y pueden sufrir daño con
superficies muy calientes o frías.
En comparación con los humanos, los perros tienen un sentido del gusto mucho menos desarrollado.
Nosotros contamos con unas 9.000 papilas gustativas, mientras que ellos
poseen alrededor de 1.700.
El olfato es, sin
discusión, el sentido estrella de los
perros. Su capacidad olfativa es entre 10.000 y 100.000 veces superior a la
humana. Cuentan con unos 220 millones de receptores olfativos (frente a los 5
millones en las personas), lo que les permite
detectar olores en concentraciones mínimas.