La vitamina D ocupa un lugar destacado en el ámbito de la
nutrición y la salud pública, especialmente en países como Estados Unidos,
donde una cantidad considerable de la población no alcanza los niveles
adecuados de este nutriente.
Un artículo reciente de EatingWell señala que, contrario a
la creencia generalizada de que las vitaminas desempeñan roles ligeros y
dispersos, la D actúa más como una hormona en el organismo.
Su impacto directo abarca la salud ósea, el funcionamiento
adecuado del sistema inmunitario, la fortaleza muscular, el control de la
inflamación y hasta funciones cerebrales esenciales.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que, sin
embargo, contrariamente a la percepción común, existen alimentos cuyos niveles
de vitamina D por porción superan ampliamente los de la leche fortificada. Las
fuentes animales y vegetales destacan como alternativas ricas en este
nutriente. “La vitamina D es liposoluble, así que combínela con alimentos que
contengan grasas saludables para una mejor absorción”, recomienda McGowan.
Entre estos se encuentra el salmón, los hongos, la trucha,
la caballa, los huevos, la leche y cereales vegetales fortificados, además de
las sardinas.