Campera, gorro, bufanda y guantes. Nada parece poco. La
calma de la madrugada engaña y el solo quedarse quieto un par de segundos trae
la cruda realidad hasta los huesos: hace frío, mucho frío.
La redacción de BHInfo se propuso una misión, salir a
recoger los testimonios de aquellos que nos les quedó otra que cumplir con su
trabajo en la que sin lugar a dudas fue la noche más fría del año en la ciudad.
“Un tachero está calentito en el auto. En una cuadra de
panadería donde los hornos se calientan también. Acá afuera es muy distinto”
aseguró Nicolás, un playero que atiende en la estación de servicio de Colón y 9
de Julio.
“Tenemos ropa súper abrigada, pero llega un momento que los
pies se te congelan” agregó Brisa, su compañera de turno.
Buscando dar tips para pasar el momento extremo, ambos apuntaron
variantes. “Tomamos mate, café, cuando se puede nos metemos en el espacio que
tenemos de resguardo, pero la mayoría del tiempo estamos afuera. Tratamos de no
pensar en el frío” agregaron.
Buscar no quedarse quietos parece ser una de las claves. “Tenemos
que cumplir determinadas tareas, por ejemplo de limpieza de la playa, y eso
ayuda a estar en movimiento. Por ahí viene la gente y nos dice, no tenés frío,
y la verdad que en ese momento no” completaron.
Víctor por su parte es seguridad de un boliche. La hora pico
ya pasó y el estar quieto no ayuda.
“Cuando podemos rotamos y vamos un rato adentro. Estar en la
puerta muchas veces hace hasta que te enfermes, porque adentro está calentito y
te pega en la cara el frío de afuera, y si estás muy abrigado transpiras y eso
te hace mal” reconoce, en una noche que según su cálculo tuvo una afluencia
promedio.
Por su parte Carlos es canillita, y a razón de la verdad,
fue el primero que pudo cortar e irse al refugio de su hogar.
“Por suerte me conocen y acá en el centro tengo una parada
muy buena. Los puedo vender rápido” aseguró, aunque abrigo no le faltó para
combatir el frío.
“Trato de no pensar en el frío. La radio que llevo siempre
me ayuda a distraerme. Escucho algún programa o pongo música. Mi problema son
los pies. Tengo gorro de lana, guantes, bufanda, pero los pies llega un punto
que se enfrían” acotó, en sintonía con lo que aseguraron los playeros.
Más allá de estos trabajadores, el frío corrió a la gente de
las calles. Algún perro ladrando a lo lejos o un taxi llevando pasaje adornan
una pintura un tanto desolada, que se comprende al ver que el termómetro marca
-5.
La Lola Mora aún no se congela y las banderas colocadas en la Avenida Alem apenas se mesen por la brisa que corre, que como no puede ser de otra forma, corta la piel del frío que hace. Llegó el momento de emprender la retirada. La redacción espera y esta nota debe salir.