La primera semana de julio de 1979, hace exactamente 45 años, los negocios de electrónica amanecieron con un nuevo producto en sus vidrieras. Un dispositivo que cambiaría para siempre la forma en que las personas disfrutaban de la música: el Walkman.
Este reproductor de cassettes portátil, con su diseño compacto y su capacidad para reproducir sonidos en estéreo, se convirtió en un fenómeno mundial, marcó el inicio de la era de la libertad musical y se transformó en un símbolo de la cultura pop de los años 80.
La historia del Walkman se remonta a fines de la década del 70, a partir de una necesidad de uno de los fundadores de Sony, Masaru Ibuka. El ejecutivo quería poder escuchar música de ópera en sus viajes. Como más pequeño de los reproductores de audio personales de esa época era demasiado grande para poder llevarlo cómodamente en aviones, pidió a sus ingenieros si podían resolver el tema. Rápidamente, se fabricó un prototipo para él, inspirado en los grabadores portátiles que comenzaban a usar los periodistas.
El Walkman llegó al mercado japonés en 1979 con el nombre de TPS-L2 y en un abrir y cerrar de ojos se convirtió en un éxito rotundo. Su popularidad se extendió por todo el mundo. Era pequeño, canchero y ofrecía la libertad de llevar tu música preferida a cualquier lugar, mientras caminabas, corrías, hacías ejercicio, o viajabas en transporte público. Así, de un día para el otro, conquistó a jóvenes y adultos.
El primer modelo era de aluminio y tenía dos salidas de audio para conectar dos auriculares diferentes y compartir la música con otra persona. En 1984 se le incorporó un sintonizador de radio AM/FM y 10 años después salieron los modelos que no necesitaban dar vuelta el cassette cuando se terminaba un lado para que siga reproduciéndose el otro.
El dispositivo marcó un antes y un después en la forma en que consumimos música y, a pesar de que en las décadas siguientes fue reemplazado por reproductores de CD (años 90), dispositivos MP3/iPod (2000) y celulares (2010), sentó las bases para la portabilidad y la accesibilidad que hoy en día damos por sentada gracias la evolución de la tecnología y los servicios de streaming de música.