Dormir dejó de ser una función automática para convertirse,
en muchos casos, en una batalla diaria. En Argentina, uno de cada dos
ciudadanos reconoce que no logra descansar bien, una cifra que condensa múltiples
factores que van desde el estrés cotidiano hasta la percepción de inseguridad.
El problema, sin embargo, no se limita a este país. A nivel
mundial, la cantidad de horas de sueño también experimentó una disminución
preocupante durante los últimos cinco años. La ciencia, por su parte, aporta
pruebas cada vez más contundentes de que la falta de descanso no solo afecta el
estado de ánimo, sino que también pone en riesgo la salud física, la esperanza
de vida y el bienestar colectivo.
Un estudio reciente de la Asociación Argentina de Medicina
del Sueño (AMSUE) reveló que el 50% de los argentinos presenta dificultades
para conciliar el sueño. Las causas más frecuentes aparecen ligadas al estrés y
a los pensamientos que invaden la mente en las horas nocturnas.
Cuando se observan los datos desagregados, el problema
adquiere un matiz más preocupante: las mujeres, los adultos mayores de 60 años
y las personas que se autoperciben como parte de la clase baja conforman los
grupos más afectados.