Volvió a casa. Con la voz aún tomada pero
el corazón pleno, Sergio Lapegüe recibió
el alta médica tras haber estado internado por una neumonía bilateral que lo
obligó a detener su marcha. El conductor de Lape Club Social, el ciclo de América
TV, ya se encuentra en su domicilio,
donde continuará con un tratamiento ambulatorio que incluye medicación por vía
oral. Pero no fue solo una salida del hospital: fue una despedida simbólica de sus fantasmas, una nueva escena en su
novela de resiliencia.
La enfermedad se le insinuó lentamente, disfrazada
de una tos persistente que lo acompañó durante tres semanas. A pesar del
malestar, no interrumpió su agenda: shows, eventos, presentaciones públicas...
hasta que el cuerpo dijo basta. Volvía
de Paso de la Patria, en Chaco, cuando el agotamiento se hizo insoportable.
Al llegar a Buenos Aires, fue directamente del aeropuerto al Sanatorio Juncal
de Temperley. Tenía fiebre y problemas respiratorios, agravados
por su condición asmática.
El diagnóstico cayó como un balde helado:
neumonía bilateral. Una palabra conocida. Un síntoma temido. En redes
sociales, su esposa Silvia, conocida como Bochi, compartió un video en el que
se lo veía realizándose una nebulización. Con ternura, narró: “Acá está, con medicación. Mejorando un
poco. Ya se va a recuperar y va a volver a trabajar”. Él, fiel a su estilo,
puso una cuota de humor: “A mí me gusta
venir al hospital todos los años, una neumonía está bien. Todo bien. Y quiero
ir a casa a comer tu comida”.
Pero
lo que parecía una anécdota más en su trayectoria tuvo giros inesperados. En
los pasillos del sanatorio lo esperaban dos figuras que el tiempo no borró: Delia Kronemberger, la enfermera que lo
asistió en su lucha contra el COVID-19 en 2021, y Cinthya, la profesional que
lo encontró desmayado entonces, vestida como “un astronauta”, como él mismo
recordó. “A partir de ahí me ponen esa máscara y me mandan a terapia
intensiva. Ella es la que me salva, de alguna manera”.
Y como
en un acto final escrito por el destino, también volvió a ver al doctor Pablo
Gómez, aquel que asumió su caso durante la pandemia. Esta internación, entonces, no fue solo un episodio de salud: fue una
peregrinación hacia sus memorias más duras. Una despedida, quizás. Una especie de círculo que, cuatro años
después, se cierra con gratitud y alivio. Lapegüe regresó a su casa, sí.
Pero también regresó de un lugar oscuro, donde la fragilidad humana se
encuentra cara a cara con su límite. Hoy, respira mejor. Y recuerda.
Incluso,
en charla con Teleshow, se tomó el
tiempo para anticipar su retorno: “Tengo
ganas de volver el viernes, pero no me dejan. Así que me parece que voy a volver
el lunes”. Y aunque eso se verá con el devenir de los días, con la
frontalidad que lo caracteriza, el presentador afirmó: “El lunes estoy al aire, cueste lo que cueste”.
Respecto de lo vivido en 2021, en aquella oportunidad recibió tratamiento con plasma, necesitó oxígeno constante y debió usar un Helmet, un casco especializado para ayudarlo a respirar. Pasó 21 días hospitalizado y, según relató luego, estuvo al borde de la muerte. En una entrevista posterior, Lapegüe contó: “La pasé muy mal, con mucha angustia. Fue tocar fondo. Mi familia me tiraba buena onda, pero cuando volví me confesó que pensaron en la muerte”. Y detalló lo que vivieron sus seres queridos: “Recibían mensajes del médico que decían ‘estamos levantando el nivel de oxígeno’, ‘estamos tratando de sacarlo’… Yo en un momento creí que volvía a casa con oxígeno, que nunca iba a volver a respirar como siempre”.