La época más globalizada y conectada que hemos conocido como
humanidad encierra una gran paradoja: asistimos a la “era de la desconexión” de
los niños y adolescentes, jóvenes que sumergidos en el mundo virtual por
tiempos cada vez más extensos, pierden el contacto con el mundo real, lo que
afecta las amistades, los vínculos con sus pares y familia.
Lo cierto es que el impacto de la adicción a las pantallas
se manifiesta de manera alarmante entre adolescentes de todo el mundo.
Las redes sociales, el contenido en línea y los videojuegos
no solo capturan la atención, sino que reconfiguran hábitos, relaciones y hasta
la percepción que los jóvenes tienen de sí mismos.
El término pantallismo se refiere a la adicción a las
pantallas de los dispostivos digitales, un fenómeno creciente entre los
adolescentes que se caracteriza por el uso excesivo de redes sociales y
videojuegos en línea.
Este comportamiento,
impulsivo y prolongado, perjudica su salud física y mental, así como sus
relaciones familiares, sociales y académicas.
Los especialistas remarcaron en que el abordaje de la
adicción a las pantallas es tan complejo como tratar adicciones a sustancias o
trastornos alimenticios, pero la recuperación es posible.
Y resaltaron un aspecto fundamental: la prohibición no es el camino, la clave para padres y escuelas es acompañar a los chicos, enseñarles a utilizar el móvil de una manera saludable y no compulsiva, sin convertirlo en sustituto de las relaciones sociales reales.