Son muchas las reseñas que hay al respecto de animales
mutilados en nuestra región.
En julio de 2019 varias vacas aparecieron mutiladas en un
campo de Bordenave, a solo 12 kilómetro donde días atras, a fines de junio,
sucedió un acontecimiento similar.
Mucho tiempo antes, en 2002, lo mismo había sucedido en
campos de General San Martín y Jacinto Aráuz.
A través de la línea de tiempo, año tras año han aparecido
casos de perturbadora similitud, como lo sucedido a pocos kilómetros de
Tornquist en mayo del 2021.
El fantasmagórico panorama siempre es inquietantemente
calcado: animales de campo, sanos hasta minutos antes del fatídico deceso, a
los cuales les faltan los ojos, la lengua y parte del tejido que recubre sus
bocas.
Se han dado más características, como por caso en 2017
cuando cerca de la laguna de Chasicó a ese combo perturbador le sumaron la
falta de las orejas de una vaca, pero en líneas generales la escena es esa, y
los condimentos extras abundan.
Los testimonios de puesteros y peones rurales aseguran que a
esos animales nada se les acerca. Ni pájaros, ni carroñeros. Nada. Recién a la
semana, y si no incineran antes esos restos, algunos ratones comienzan a ir en
búsqueda de sustento.
Otros, como bien explicó esta mañana en BHInfo el investigador Esteban Lingeri, antes o después de estos sucesos ven extrañas
luces en el cielo, mayoritariamente a muy baja altura, sobrevolando el sector
donde después se descubre el animal muerto.
De momento la ciencia no ha dado respuesta concreta de lo que se vive por esta zona, pero de lo que no quedan dudas, es que algo hay.