Las lágrimas de todo el fútbol argentino reflejan lo que
fue Miguel Ángel Russo. Mucho más
que el técnico de Boca, que llora su fallecimiento a los 69 años y lo
despide en el velatorio que se está realizando en La Bombonera. La dura enfermedad con la que batallaba desde
hacía varios años lo obligó a alejarse de las canchas a finales de septiembre, pero
transitó sus últimos días con su sonrisa característica y vestido con los
colores del “Xeneize”. Ése fue su último deseo.
Mientras estaba
internado con cuidados paliativos en su casa en Palermo, el experimentado
entrenador le pidió a sus familiares y seres queridos que le pusieran ropa del
club. Así decidió irse de este mundo, con un shortcito azul y oro, como el que usó en sus primeras prácticas en
Estados Unidos (su tercer ciclo arrancó en el Mundial de Clubes).
Su estado de salud había empeorado mucho desde el
miércoles de la semana pasada y ya no estaba en condiciones de dirigir, por lo que su lugar en el corralito frente a Defensa y Newell’s
fue ocupado por su ayudante Claudio Úbeda. Sin embargo, ni el deterioro
físico ni la lejanía entre su hogar y Boca
Predio le impidieron seguir atento las prácticas del plantel profesional.
A menudo era visitado por su cuerpo técnico y el fin de
semana también pasó a saludarlo y charlar de fútbol Juan Román Riquelme, quien lo encontró activo y con buen
semblante. Hasta solían enviarle material con cada entrenamiento para que lo
analizara detalladamente porque, a pesar de todo, él nunca quiso sacarse el
buzo bostero.
El pasado domingo,
si bien ya estaba menos lúcido y más debilitado, juntó fuerzas para prender
el televisor y mirar el partido de Boca contra Newell's por el Torneo Clausura.
Como si fuese un hincha más, festejó la goleada 5-0 que ubicó a sus dirigidos
en lo más alto de la Zona “A” y su buen humor contagió a todos sus seres
queridos. “Mi cabeza se dispara detrás de una pelota”, había dicho con la
voz quebrada una tarde de junio de 2023, cuando todavía estaba en Rosario
Central.
Una de las personas que
lo acompañó en sus últimos días fue Gonzalo Belloso, presidente canalla: “Estuvimos todo el tiempo en
su casa, su señora Mónica, sus hijos, su representante, los amigos de toda la
vida”, contó, visiblemente conmovido por la muerte. Y reveló que llamó a la
AFA para que un sacerdote pudiera darle la bendición: “Cuando el padre
terminó de rezar el Padrenuestro, Miguel falleció. Fue una escena muy fuerte y
muy serena al mismo tiempo”.
El punto final de su vida lo encontró con la ropa de Boca puesta, esa fue su última voluntad. Pasó a la eternidad siendo el técnico xeneize, el último en ganar la Copa Libertadores con estos colores. Abrazado por todo el fútbol argentino, sobre todo Central, Lanús, Estudiantes y Vélez, que no olvidará jamás sus “momentos y decisiones”.