Por Rubén García (@ruben.garcia76)
La aplanadora del rock and roll es Divididos, y el resto no se puede escribir. Una vez más la banda de Mollo, Arnedo y Ciavarella se encontró con sus fans de la ciudad y por primera vez en el Dow Center. A lo largo de los años fueron pasando por lugares como La Fisa, Olimpo, Estudiantes y Universitario, para llegar este 2025 al recinto ubicado en Aldea Romana.
Si hay algo que se le puede criticar a la banda, por lo menos en mi punto de vista, es la playlist. Siento que no hay sorpresas, que hay canciones que NUNCA falta y, a veces, el orden es demasiado similar. Claro que lo que para mi es un punto negativo, seguramente para los seguidores de Divididos es una garantía, subjetividad al palo.
¿A favor? Mil cosas. Un show de más de 2 horas 30 minutos de duración, un sonido inmaculado y la potencia de tres tipos que hacen sonar a la banda como si fueran veinte personas arriba del escenario. La vigencia de un trio demoledor que parece arrasar con todo lo que se les pone adelante: El carisma y la virtuosidad de Mollo, la precisión de Arnedo y la potencia magnética de Ciavarella.
El inicio con el combo "Sobrio a las piñas / Quién se tomó todo el vino", y un desfile de clásicos e infaltables como "Paisano de Hurlingham", "Spaghetti del Rock", "Salir a comprar", "Ala Delta", "Amapola del 66", más algunas menos conocidas como "Como un cuento", "Pasiones zurdas derechas" y "Libre el jabalí". A esto le sumamos el tandem de covers que incluyó "Haciendo cosas raras" y un pedacito de "La rubia tarada" de Sumo, "Voodoo Child" de Hendrix y "Tengo" de Sandro.
Párrafo aparte para "Crua-Chan" y la aparición de un trío de gaitas y un percusionista bahienses ensayando una versión que pasará mucho tiempo hasta encontrar una pieza musical de tan profunda emoción y nostalgia, que llenó los ojos de lágrimas hasta al propio Ricardo Mollo. El final con un pedido de "El Arriero" que gentilmente aceptaron y ya teníamos más de 25 canciones adentro, tarea cumplida.
Divididos se mantiene en el podio de bandas nacionales a las cuales el tiempo parece no pasarles. El despliegue sonoro y la exactitud quirúrgica para ejecutar cada nota hace que es casi imposible que alguien se vaya en deuda de sus recitales, les aseguro que no es poca cosa. Larga vida a la aplanadora.
Fotos: Camila Martín. --> Portfolio