Las leyendas urbanas o los mitos son difíciles de confirmar, hay muchas versiones al respecto y, a veces, hasta cambian los protagonistas, la historia se deforma y terminamos perdidos en un berenjenal que no tiene mucho sentido.
Me propuse descular la historia detrás de una de las presentaciones de Molotov en Bahía Blanca, en el Club Universitario, que pinta a nuestra ciudad, una vez más, como una ciudad fría, apática y hasta negativa con los artistas que la visitan.
La banda mexicana ya había venido a la ciudad en 1998, había tocado en la sede del club Olimpo, en Sarmiento 52, en lo que recuerda Marcela Sainz, que trabajó en ese show, como 'Un show muy picante'; además de contar porque fue en ese lugar el show: 'Uni nos colgó cinco días antes. Lo teníamos reservado y nos salieron con cualquiera. Salimos a buscar y se consiguió la sede de Olimpo. Con entrada de vidrio (cuatro paneles grandes) se puso áspero cuando algunos quisieron pasar sin entrada. Tuvimos que cerrar el primer piso porque se tiraban de los balcones al pogo'.
Chacho Carrari, baterista de Serebrios y miembro fundacional de la banda nos cuenta: 'Me acuerdo que tocaron con mi batería. Nosotros poníamos el backline y el batero armaba de costado. En vez de armar la batería, digamos, que te ven de frente, armaban de costado. Entonces probó primero Molotov porque tocaba último, con mi batería. Armaron la batería mía de costado y toda rara, así como la usa el chabón, toda derecha. Bueno, probaron, nosotros nada. Cuando vamos a tocar, viene el mexicano, el encargado del stage del batero y me dice que yo no podía tocar una tuerca a la batería porque ya estaba así. Tenía que tocar así. Te imaginas yo, me subí a la moto enseguida y le digo, no, si la batería es mía, estás loco. Así que agarré y la acomodé toda. Igual tuve que tocar de costado, pero toqué, digamos, la acomodé a mi altura, torcí todos los tons, todo'.
Víktor Mansilla, cantante de Serebrios, también recuerda que el show debería haber sido en Universitario, de hecho los afiches marcan ese lugar, a pesar que se tuvieron que mudar a la sede del Club Olimpo muy poco tiempo antes de la fecha.
Como un buen signo de los tiempos, la entrada anticipada, para los primeros 500 que compraran el ticket, tenía un valor de $ 60 y después pasaría a venderse a $ 80. La plataforma encargada de venderlos era Bigiticket, del Roberto Bigi, quien ya llevaba varios años llevando a todos los bahienses a recitales fuera de la ciudad.
En la foto se los puede ver en el baño de Olimpo antes de salir a tocar.
Pero esta fecha no es la protagonista del mito que vamos a confirmar. El Domingo 29 de Marzo de 2009, 11 años y 3 días más tarde, Molotov vuelve a Bahía Blanca para presentar 'Eternamiente', disco editado en 2017. Esta vez si con el Club Universitario como sede inicial y sin banda que los teloneara. Alguna vez, alguien, no recuerdo quien, me contó que el baterista de Molotov, cuando la banda se retiró para los bises, se metió entre el público, bajando por el costado del escenario y empezó a gritar ¡Otraaa, otraaaaa, otraaaa!, ante la pasividad y frialdad de la poca gente que se acercó ese domingo al recital. Como varios de los mitos urbanos que recorren las distintas ciudades del país, nunca pude dar con alguien que realmente hubiese estado esa noche, que me pueda confirmar que esto sea cierto... Hasta hoy.
Lorena Mighera era periodista de La Nueva Provincia en este entonces (Hoy conductora de 'Bastardos sin gloria' por Vorterix Bahía) y la enviaron a cubrir el show de la banda mexicana que, por segunda vez, visitaban nuestra ciudad ya con menos furor que en el 2008 donde habían venido a presentar su disco más polémico y exitoso: 'Donde jugarán las niñas'.
Gracias a que Lorena puso en su cuenta de Linkedin que había sido la enviada por el diario a registrar lo sucedido esa noche, pudimos confirmar que lo que tantos años nos resultó una leyenda sin confirmación, había sido cierto: El bajista (no el baterista) de Molotov nos había tratado de fríos. Según palabras de la propia Lorena: 'Imagínate la cara nuestra cuando vi que el tipo estaba atrás mío gritando ¡Otra, otra!, mía y de los que estaban ahí. Nos dimos vuelta y dice 'No puede ser que sean tan, no me acuerdo como dijo, una vergüenza'. La situación llamó tanto la atención de la cronista que incluyó un apartado en su nota que se llamó '¡Bahía, despierta!, retratando con lujos de detalles lo ocurrido y certificando a ciencia cierta y con reales evidencias que lo que durante tantos años corrió boca en boca, había sucedido realmente.
Bonus track: En el avión que traía a los Molotov hacia Bahía Blanca viajaba el humorista bahiense Juanjo Salce, le toco sentarse justo adelante de algunos de ellos, no la pasó tan bien y nos cuenta esto: 'me acuerdo cuando viaje esa vez a Bahía Blanca, compartí avión con ellos. Creo que me contrataron de Bahía para trabajar para un show y me sacaron el pasaje. Y alguien me dijo ahí, ché, son los de Molotov.
Atrás mío, te lo juro por mi hijo, yo estaba con él medio adelante. Atrás mío estaban sentados algunos de ellos, que de hecho me venían pateando el asiento, venían haciendo bardo. Y en un momento se complicó porque la azafata vino y los advirtió que si seguían molestando iban a llamar a la Policía Aeroportuaria. porque viste que cuando haces algo que está mal o fuera de lugar. o discutís con alguien o lo que fuera, la azafata llama, entonces cuando llegás a destino te está esperando la Policía Aeroportuaria, que no es aconsejable que te pase eso, así que ahí es como que paró todo un poco, fue un viaje de una hora, hubo 55 minutos, lo que tardaba el avión en esa época de Buenos Aires a Bahía Blanca, y me acuerdo que le dijeron cosas a alguien, no sé si a alguna chica, no me acuerdo bien, lo que sí me acuerdo que se acercaron para sacarse una foto, que fue ahí cuando yo le pregunté a quien estaba conmigo, me dijo que eran de Molotov, porque tampoco lo identificás tan simple, como son muchos, es como los Decadentes, vos lo conocés a Cucho, pero después los demás no tenés idea de quiénes son.
Y me acuerdo que se acercó y uno de ellos le dijo, despertalo a él y sacale una foto, y como que el pibe se enojó cuando lo despertaron, unas secuencias así, pero sí como que venía todo bien y en un momento, no sé, a partir de los 15 o 20 minutos se empezó a picar.