Juan viene caminando desde el bajo con su pareja y su
pequeña hija. Se encuentra en Rondeau y Vieytes y pretende llegar hasta el
barrio universitario. “Ahí la gente está sacando todo, vamos para allá” le
comentó al cronista de BHInfo. Es domingo, y el reloj apenas pasa las 11:30.
Un par de cuadras más atrás Ignacio con dos amigos
peregrinan de la misma forma. “Lo ideal sería encontrar cartón, pero está todo
mojado, así que levantamos lo que nos puede servir. En la radio dijeron que la
gente está sacando todo a la calle” aseguró.
El factor común de ambos casos, y de varios más que se
repitieron a lo largo de todo el día, es que a ellos también el agua
prácticamente los dejó sin nada.
“Lo poco que salvamos, lo dejamos en lo de un pariente y
ahora salimos a levantar para reconstruir y vender” comentó Juan, quien junto
con Roberto viven en Viajantes del Sur y allí el agua aún no se fue.
Ya en barrio Universitario, donde la inundación llegó al
metro de altura y el canal tal cual se lo conocía ahora solo vive en el
recuerdo y algunas grabaciones, la imagen era tristísima.
Mientras las familias sacaban a la calle muebles y
pertenencias empapadas y destruidas, los recolectores, respetuosos pero ávidos,
revolvían para ver qué podían rescatar.
“Mucho de lo que tiran a nosotros nos sirve, nos puede
llegar a servir o lo podemos arreglar. Ellos por ahí creen que no sirve más,
pero nosotros le podemos dar un buen uso” reconoció Juan, al cual los deberes
de papá lo convocaron, y con un upa reparador hizo que su beba se volviera a
dormir.
Ignacio y sus amigos emprendieron un nuevo rumbo; Juan y Roberto encararon directamente hacia la universidad. Todos, de una u otra manera comenzaron a reconstruir su Bahía Blanca. Todos, en cierta forma, encontraron en la basura de otro, el tesoro propio.