“Poneme Juan” dijo, mientras de forma nerviosa sonreía,
porque según contó le incomoda mucho esto de la exposición y las notas. Su
hijo, fiel ladero en las largas jornadas de trabajo, lo alentó para que se abra
y cuente.
Lo cierto es que “Juan”, nombre que adoptó al llegar a
nuestro país tiene una historia detrás, como tantos otros inmigrantes que
armaron su bolso con un montón de ilusiones, dejando todo lo que conocían y
animándose a cruzar fronteras en búsqueda de un futuro mejor.
“Llegué a Bahía hace 16 años” afirmó, sumando que “vengo de
la región de Fujian, en China, justo en frente a las costas de Taiwan. Elegí
Bahía por su tranquilidad” y en esa elección también nacieron sus hijos.
“Antes sí pensaba en volver, pero ahora ya me acomodé a las
costumbres. Mis hijos tienen las costumbres argentinas. Así que veré más
adelante. No sé lo que pasará. En una de esas cuando me jubile vuelva” agregó,
siempre detrás del escritorio en el cual maneja su supermercado de calle Colón.
No muy lejos de ahí también tiene su comercio Victoria. En
su verdulería, donde abunda el buen precio y la calidad, también hay un montón
de anécdotas y un punto en común con el testimonio de “Juan”: el arraigo a la
ciudad a partir de los hijos.
“Yo soy de Villazón, la ciudad boliviana que queda en el
límite, pegada a La Quiaca. Hace 26 años que vine a la Argentina por trabajo, y
acá me quedé. Con mi familia nos instalamos en Buratovich” comenzó diciendo.
“Hace seis que estoy en Bahía” y según explicó, el cambio se
debió pura y exclusivamente para el progreso de su hijo. “Vinimos porque mi
hijo comenzaba a estudiar, entonces era lo mejor, además por un tema de ahorro”
sumó.
A diferencia de Juan, “yo si me quiero volver. Me gustaría
volver para allá en un futuro” sumó Victoria, mientras los clientes no paraban
de ingresar.
En una vereda muy distinta a estos casos quedó la historia
de Alejandro. El 7 de octubre de 2018 llegó a nuestro país, pero con un
objetivo distinto a los anteriores que se han contado.
“En Venezuela no tenía la chance de estudiar la
especialización en cardiología y en Argentina tenía muy buenas referencias.
Terminé eligiendo Bahía por encima de otras ciudad” comentó el médico.
“Yo soy de Valera, y lo que más me costó de la adaptación
fue el frío, porque el clima es muy distinto al de mi ciudad” completó.
Como en el caso de “Juan”, cuando le llegue el momento de la
jubilación, Alejandro sí ve con buenos ojos regresar a su tierra, aunque de
momento está enfocado en Bahía y sus estudios.
Desde la redacción de BHInfo nos contactamos con el Dr.
Fernando Luis Perazzo, actual titular de la oficina de Migraciones local, pero
se excusó en no poder brindar entrevistas de momento, como así tampoco entregar
datos de cuantos migrantes viven en la ciudad y las tareas que realizan en dicha
oficina.
Mientras tanto Bahía Blanca sigue abriendo sus brazos al
mundo, nutriéndose de sus historias y forjando la propia a través de esos
caminos que el destino se empeñó en entrelazar.