Por Pablo Romera (@pabloromera)
En un lugar modesto o en la cantina de un club, con mesas y vajillas bien de barrio, con platos abundantes, con buenos precios y con recetas que nos hacen acordar a lo que preparaban nuestros abuelos. Así son los bodegones, una opción gastronómica que tiene muchísimos años, pero que hoy parecen haber vuelto a renacer.
La palabra “bodegón” es de origen español. Bodegones eran, en España, los lugares donde comía la gente que estaba de paso, en épocas donde no se acostumbraba a la típica salida de ir a comer afuera.
En Bahía Blanca, hay muchos y muy buenos. Generalmente cuesta mucho conseguir lugar para ir a comer en familia o con amigos, por lo tanto, la mayoría se maneja con reserva previa. En calle Italia al 200, está el Club Independiente, el “viola” para los amantes del básquet y las bochas. En la clásica cantina, funciona uno de los tantos bodegones de nuestra ciudad.
Mariano Diomedi, es uno de los chef del lugar junto con Alejandro Torresi y nos relata su experiencia que arrancó hace varios años. “Si hay algún secreto de los bodegones y las cantinas, yo no lo sé, lo que yo puedo contar es lo que me paso a mí. Viví toda mi vida en el barrio kilómetro 5, barrio Pacífico y me crie en clubes, jugando al básquet. Cuando fui creciendo me sentí muy identificado con este tipo de lugares, donde se comparte mucho con otras personas, conoces gente buena, con buen corazón. Son desconocidos cuando llegan, pero terminas compartiendo un vaso de vino, una cerveza, una charla con personas que muchas veces salen solas a comer o tomar. Por eso, que hayan vuelto a abrir los clubes de barrio, que me pone muy contento”.
“Creo que lo más importante es que el lugar este manejado por la misma persona que se encarga de armar el menú, de cocinarlo, de servirlo, ahí vas a notar la diferencia. Lo pude ver cuando arranqué en el Club Independencia y después en Almafuerte, la dedicación, la importancia que se le daba a cada plato, eso es único y hace la diferencia”, nos cuenta Mariano, intentando explicar el porqué del éxito de estos lugares gastronómicos.
“Otra de las claves es pensar en el menú, pensar en lo que te cocinaba tu abuela, lo que te cocinaban tus viejos cuando se juntaban los domingos a comer, comida para compartir, servida en bandejas grandes en el medio de la mesa, sin tantas vueltas y sin tanto rebusque. Se nota cuando la comida es casera, hecha en el día, eso es importantísimo. No todo pasa por la ganancia, si no que nuestro trabajo también sea gratificante porque uno cuando se va a su casa se lleva la respuesta de la gente”.
En este círculo gastronómico de bodegones y cantinas, es que parece haber un clima de hermandad, de compañerismo entre los chefs y eso se nota en cada palabra de Mariano. “Tuve la suerte de conocer a tanto a, Diego Fanti como a Alejandro Torresi. Ellos volvieron a abrir el Club Independencia y encarar un proyecto gastronómico de este estilo. Lamentablemente al poco tiempo llegó la pandemia, Ale decidió abrirse y se dio la posibilidad de sumarme. Hoy me toca seguir trabajando con Ale en el Club Independiente, pero a los dos les estoy eternamente agradecido por todo el apoyo que me dieron en lo laboral, pero sobre todo en lo personal”.
Para finalizar, Mariano describió lo que significa su trabajo: “Me gusta mucho, siento que es un gesto de amor muy grande cocinarle a otra persona y recibir esas buenas críticas a lo largo de estos años, la verdad que uno siempre lo agradece y te llena de orgullo saber que estás haciendo las cosas bien. No es todo ganancia, sino que nuestro trabajo también sea gratificante porque uno se va contento con la respuesta del público”.