El 25 de mayo fue un día gris para Gladys
La Bomba Tucumana. A las 11:28 de la mañana, con el alma desgarrada, la cantante publicó una carta abierta en
sus redes sociales. No fue solo una despedida: fue un agradecimiento visceral al amor de su vida. A Luciano Ojeda
su esposo, su compañero. El hombre que
había partido y al que ella quiso inmortalizar con palabras.
“Solo paso por acá para agradecer a todas
las personas que te apreciaron y estuvieron a tu lado hasta tu último momento
en este mundo injusto”, comienza la carta. Desde ese primer latido, la
publicación se convierte en una plegaria que recorre lo vivido, lo perdido y lo
prometido: “Gracias por todos los
momentos compartidos, por el inmenso amor que me diste, por haberlo dado
todo... hasta lo que no tenías”, escribió.
Gladys
se refiere a Luciano con una letanía de apodos que son también símbolos de una
intimidad inviolable: “Mi flaco, mi
guerrero, mi centurión, mi turco, mi soldado, mi capitán, mi Chano, mi Luciano”.
Y asegura que fue él quien le enseñó todo lo esencial: “Que el dinero no importa, que hay que ser valiente, que es mejor unir
que separar, que para amar solo hay que saber hacerlo, y nosotros supimos”.
La
carta avanza como una letanía de duelo y amor: “Hoy 25 de mayo con un día completamente gris y raro ya no estás aquí
conmigo”, escribió más adelante. La evocación es brutal: lo espera en la puerta del cuarto, imagina
sus pasos cansados, desea besarlo, pensar juntos qué comer, qué plan hacer.
Pero no está. Y ella no puede -ni quiere- creerlo: “No puedo olerte, pero están tus cosas acá conmigo, y en mi alma para
siempre sintiendo este gran amor incondicional”.
Entonces
revela un momento íntimo, de esos que pocos se atreven a compartir: su boda
espiritual, su adiós: “Hace unos días me
miraste y me dijiste: ‘Mami, perdón, ya no más. Viví y luché por vos hasta hoy,
pero ya no puedo’”. Él estaba lúcido, dice ella. Tan seguro que eligió
sellar su amor para siempre: “Te casaste
conmigo, nos casamos ante Dios, con nuestras alianzas sellamos nuestro amor
eterno que trasciende la muerte, la horrible muerte”.
Gladys lo llama “el más valiente”, “el que
se bancó mil flagelaciones, todo por vivir”. En esa frase, cruda y
poderosa, se condensa la dimensión del sufrimiento. Pero también el milagro del
amor: sobrevivir al dolor gracias al otro. La pérdida es reciente, la herida
aún abierta. Por eso dice: “No puedo
siquiera pensar que me dejaste, mi gran amor, no es cierto que ya no podremos
besarnos, charlar, cocinar, salir de viaje, pescar, hacer todo lo que amábamos
los dos”.
Y
entonces, lo ineludible: la brevedad. “Qué
lástima que nos duró tan poco”, lamenta. Aunque enseguida lo invoca como un
ángel con “alas blancas, plateadas”, que la observa desde algún lugar. Se
refugia en la fe para soportar el abismo: “Nadie
puede siquiera imaginar la pureza y la grandeza de nuestro amor, nadie. Solo
nosotros dos sabemos el amor que nos teníamos. Y así será eternamente”. El
cierre es tan certero como conmovedor: “Te
amo, te extraño, te necesito, mi gran amor, mi vida. Mi gran y único amor
eterno. Descansá amor mío. Ya no duele más”.
La triste noticia de la muerte de Luciano
Ojeda golpeó en la tarde del sábado 24. Tenía apenas 38 años y desde hacía
tiempo libraba una batalla contra un cáncer abdominal. Fue el abogado de la cantante, Roberto Castillo, quien confirmó
públicamente el fallecimiento. La noticia provocó una ola de dolor entre
allegados, fanáticos y figuras del ambiente artístico. Su hermano, Matías Ojeda publicó una imagen de ambos pescando, con una
frase que despedía al ser querido con la fuerza de la sencillez: “Siempre
vas a estar en mis memorias de esta manera. Hermano, te voy a amar por
siempre”. Por su parte, Thiago Griffo,
hijo de Gladys, suspendió sus presentaciones aludiendo “razones de fuerza
mayor”.
El 8 de abril, una publicación de Gladys
encendió las alarmas: mostraba a Luciano internado, conectado a sondas, y
lo acompañaba con un mensaje de aliento. “Mi
amor, mi guerrero, vamos. Fuerza, mi amor, sos un gran luchador”, escribió.
Aunque él intentó calmar a sus seguidores con un “no se alarmen, son estudios
de rutina”, las imágenes hablaron por sí solas. La enfermedad había regresado con brutalidad. Tras una segunda
operación, el tumor volvió a aparecer en apenas cuatro meses y comenzó la
quimioterapia. En medio del dolor, la
pareja llegó a distanciarse: “Me dijo que yo no merecía pasar por eso, por su
enfermedad. Se alejó de mí. Lloré cuatro meses”, confesó la cantante.
El vínculo se había iniciado en 2022, cuando Gladys hacía temporada en Villa Carlos Paz. “Se llama Luciano Ojeda, es licenciado en Higiene y Seguridad y vive en Buenos Aires”, dijo emocionada. Fue una historia que nació con fuerza y se construyó sobre la sinceridad: “Pude desnudarme y decir por primera vez que me enamoré”. Luego del reencuentro tras la separación, ambos decidieron afrontar juntos la enfermedad y hasta anunciaron su casamiento. En una de sus últimas publicaciones, él le escribió a la artista: “No quería dejar pasar la oportunidad de decirte lo mucho que te amo, mi hermosa mía”. Ella respondió con la misma intensidad: “Admiro tu gran fortaleza ante todas las cosas que estás pasando. Vamos que Dios nuestro Señor no te abandona nunca, mi Chano”. Ese amor, atravesado por la tragedia, es hoy el que ella transforma en palabras para que no muera del todo.