A los 89 años murió el ex presidente de
Uruguay José “Pepe” Mujica. En abril de 2024 había anunciado que sufría
cáncer de esófago. Aunque realizó un
tratamiento de 32 sesiones de radioterapia y mejoró, no bastó. El 9 de
enero anunció que la enfermedad se propagó y que ya no había tratamiento
posible.
“El cáncer en el esófago me está colonizando el hígado. No lo paro con nada”, dijo en una entrevista con el semanario Búsqueda. Mujica, político y ex guerrillero, fue presidente de Uruguay en el periodo comprendido entre el 1 de marzo de 2010 y el 1 de marzo de 2015. Puede ser considerado como una de las figuras más importantes de la política latinoamericana contemporánea.
La muerte de Mujica fue anunciada por el
presidente uruguayo Yamandú Orsi. Desde hacía tiempo, el ex mandatario, popularmente conocido como “el más pobre del mundo”,
decía que era parte de una generación que se está yendo. Pero en abril del
año pasado ese comentario dejó de ser un lugar común de un veterano sabio para
convertirse en una realidad probable.
“Con
profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica.
Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho
Viejo querido. Gracias por todo lo que
nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo”, informó Orsi.
En abril de 2024 Mujica llamó de forma
sorpresiva a una conferencia de prensa para anunciar él mismo que tenía cáncer
de esófago. Después de eso vinieron 32 sesiones de radioterapia, la
desaparición de los indicios del tumor y una dolorosa recuperación con varias
internaciones por los problemas para alimentarse que sufrió el histórico
dirigente de la izquierda.
Pero
luego llegó la noticia que sonó como definitiva. Otra vez él mismo, en enero de
2025 y en este caso en una entrevista con Búsqueda,
informó que su cáncer había hecho metástasis y dejó un mensaje de despedida a
la población: “Hasta acá llegué”, dijo,
y pidió que lo dejaran tranquilo, que no le solicitaran más entrevistas, que le
dejaran atravesar la etapa final de su vida en su chacra, andando en tractor y
recorriendo sus plantaciones.
Ese pedido no se cumpliría. Debilitado, Mujica seguiría siendo parte de la vida política de Uruguay y en su chacra recibiría a presidentes, ex mandatarios, periodistas y artistas. También tendría tiempo para salir de su casa a actos militantes y para la asunción del nuevo Parlamento y el nuevo presidente de Uruguay.
En esa entrevista, Mujica comentó que su
vida fue “un poco una novela”, en la que la presidencia fue “una pavada”.
Es que su historia es la de un viejo guerrillero, el héroe para miles y el
villano de otros tantos, que se integró a la política formal y llegó al máximo
cargo al que puede aspirar un dirigente. Pero
no fue un presidente más de Uruguay: su forma de vida y su filosofía lo
llevaron a ser un personaje atractivo en todo el mundo.
Mujica murió este martes en su chacra de Rincón del Cerro, a las afueras de Montevideo. El domingo, día de las elecciones departamentales en Uruguay, no había podido ir a votar. “Está en una meseta, está a término”, dijo a Radio Sarandí su esposa, Lucía Topolansky. “Estoy hace más de 40 años con él y voy a estar hasta el final. Eso es lo que le prometí”, agregó. Su último deseo fue que sus restos se entierren en su chacra, donde también descansa uno de sus amores que también lo hizo distintivo: su perra de tres patas, Manuela.