Monseñor Esteban María Laxague, actual Obispo de Viedma, quien vivió durante muchos años en Bahía Blanca, recordó al Papa Francisco, que este lunes murió a los 88 años. Laxague trabajó en el Colegio La Piedad y también en el Don Bosco, institución de la que fue alumno. Colaboró con muchos barrios de la ciudad, entre ellos Villa Nocito y Vista Alegre, sectores que el Padre Esteban recuerda con cariño cada vez que le consultan sobre nuestra ciudad.
Sobre la partida de Francisco, dijo: “Me enteré esta mañana y me salió decir ‘Feliz Pascua’. Acabábamos de celebrar la Pascua de Jesús, que ha vencido a la muerte. Y hoy celebramos junto al querido Papa Francisco, que ha dejado esta historia después de aportar lo mejor de sí, ya sea como Obispo de Buenos Aires y luego estos años como Sumo Pontífice. Eso me sale decir porque uno siente la partida de Francisco”.
“Sabíamos que ese día se acercaba”, reconoció Laxague. “Tenía 88 años, su cuerpo ya estaba gastadito por los años, la entrega y la enfermedad que lo visitó en el último tiempo. Los médicos aseguraron que fue una pelea difícil contra esa neumonía. Y llegó el día, después de haber celebrado al Cristo resucitado, celebramos a Francisco y su llegada a la Casa del Padre”, mencionó.
“Seguro que seguirá acompañándonos. Porque los que parten de esta historia no quedan ausentes de la vida que seguimos viviendo nosotros. A veces a los que parten se les dice ‘descanse en paz’, pero los que se van no descansan, porque están activos y presentes en las personas que ellos amaron”, aseguró el Obispo de Viedma.
“El Papa Francisco siempre ha buscado ser fiel a Jesús y al evangelio. Y de ahí fueron naciendo estos caminos nuevos que él ha querido empujar, sus insistencias. Decir qué legado dejó en el mundo es una pregunta que queda abierta. Seguro van a surgir muchas cosas. Y una de esas cosas es la que vimos esta última semana, donde quiso dejarnos su testamento. Su anhelo de romper barreras, de estar cerca de todos, demostrándolo de una forma sencilla, concretado ayer al cumplirse su deseo de estar en la Plaza de San Pedro. El Papa siempre quiso reflejar este Dios cercano que no se olvida de nadie”, agregó.
“Por eso siempre quiso estar presente en el lugar donde él sentía que había alguien que lo necesitaba. Ayer, aún con su fragilidad, quiso estar cerca del pueblo que se reunió en la Plaza de San Pedro. Estar cerca del mundo que quería escucharlo al mediodía en el saludo tradicional de la Pascua. Ese es un legado de Francisco: estar cerca, romper barreras, que las distancias no existan”, subrayó.
Por último, y continuando con el legado de Jorge Bergoglio, manifestó: “Otras de las cosas que marcó Francisco en esta Semana Santa es la predilección de Jesús por los últimos, los descartados, los pequeños, los olvidados, los pobres. Siempre hizo esa diferencia, la marcó con fuerza. A pesar que los médicos le aconsejaban que esté recluido, el Jueves Santo fue a la cárcel de Roma, y acompañó a aquellos que esta semana vivieron la máxima soledad. Él siempre incluyó en su agenda a los olvidados. Nunca buscó los primeros puestos; fue servidor de todos por igual”, completó Esteban María Laxague.