Carmela Bustelo es una emprendedora e influencer bahiense, que alcanzó notoriedad hace unos años gracias a su inspiradora historia personal. A los 21 años fue diagnosticada con linfoma de Hodgkin, un tipo de cáncer, que transformó su vida de manera radical.
Durante el tratamiento, decidió fundar su propia marca de vinchas y turbantes, a la que llamó House of Cholas. Estos productos no solo le brindaron comodidad tras la pérdida de cabello debido a la quimioterapia, sino que también le ofrecieron una vía de expresión y fortaleza, y eso se trasladó a muchas mujeres que estaban atravesando situaciones similares. Carmela compartió su experiencia en las redes sociales y la empezaron a seguir muchísimas personas (hoy en día tiene más de 90 mil seguidores en su cuenta personal y más de 65 mil Las Cholas).
Bustelo visitó los estudios de Minga para contarnos sobre su vida, que también daría un gran giro con el nacimiento de su hijo Ciro. “Mi emprendimiento lo empecé en 2018; un año antes me diagnosticaron la enfermedad. En ese momento estaba por terminar la carrera de arquitectura, me quedaba un año. Siempre me gustó la moda, vestirme, el diseño, los colores. Y siempre tuve el pelo larguísimo. Entonces, antes de empezar con la quimio, me corté el pelo hasta los hombros y me mandé a hacer una peluca con mi propio pelo”, recordó en el programa “Basados”.
“Tenía 21 años y mi mamá (Connie Rivas Godio), para que no me sienta mal, me mandó a hacer vinchas y turbantes. Y ahí fue que mis amigas me empezaron a decir que haga eso, que estaba relacionado con el diseño y, al mismo tiempo, era apto para un uso oncológico. Sin saber nada de marketing, terminamos descubriendo que era un mercado que no había, porque no existían turbantes ‘cancheros’ que, a la vez, no te den alergia ni te piquen y, lo más importante, te acompañen durante el tratamiento”, continuó.
“Al principio pensaba quién me iba a comprar un turbante de estos... Abrí un Instagram, tenía muy pocos seguidores y les pedí a mis amigas que le pongan ‘me gusta’ a mi primera publicación, donde conté lo que me estaba pasando. Ese día me fui a dormir, porque estaba cansada, venía de hacer quimio, y al otro día me encontré con que se había viralizado el posteo. Tenía sólo 10 vinchas y algunos turbantes y había consultas de envíos al por mayor, envíos para Tucumán. Salimos a comprar telas y ahí arrancamos”, mencionó “Carme”.
“Fui compartiendo mi tratamiento, pero era para mí, como un diario íntimo, una especie de catarsis. Después mi situación se complicó, estuve tres años más, hice un autotransplante de médula, rayos, más de 70 quimioterapias... Y en paralelo mi marca iba creciendo muchísimo. Me encontraba vendiendo un montón y atrás mi mamá persiguiéndome con las pastillas que tenía que tomar. Es una locura lo que pasó y hasta el día de hoy me siguen escribiendo muchísimas personas. Empezó como un entretenimiento para despejar la cabeza y se convirtió en un emprendimiento”, afirmó.
Por último, Carmela aseguró que “no dimensiono todo lo que sucedió”. “Hacía los showrooms completamente vendada, con un vestido cerrado hasta el cuello. Miro las fotos y no puedo creer que haya hecho eso... La fuerza y la voluntad que le puse a ese momento. A la suerte hay que buscarla, porque los estudios me daban muy mal, pero nunca pensé en tirar la toalla. Siempre estaba segura de lo que estaba haciendo. Siempre seguí las recomendaciones de mi médica, pero ella también se daba cuenta lo bien que me hacía esta actividad y viajar a Bahía, que fue mi refugio durante todo el tratamiento y lo sigue siendo. Nací en Buenos Aires y viví más tiempo allá que en Bahía, donde sólo estuve siete años, pero sin dudas es mi lugar”, completó Carme Bustelo. Una luchadora y ejemplo de vida que hoy disfruta de su familia y su trabajo.