A veces, la redención aparece donde nadie
la espera. Entre charlas informales, guitarras afinadas y un aire de
sobremesa dominguera, La Joaqui -la
misma que enfrentó críticas, prejuicios y malentendidos a lo largo de su
carrera- decidió cantar un tango. Pero no cualquier tango. Eligió “Se dice de mí”, ese manifiesto de identidad y desafío que Tita
Merello convirtió en escudo y emblema. Y lo hizo en un escenario tan
cotidiano como íntimo: el living de Mex
Urtizberea, en el ciclo ¡FA!, una suerte de fogón urbano donde la música, las
ideas y las emociones se sientan a conversar.
“Se
dice que soy fiera…”, entonó la intérprete, con una voz que no pedía permiso ni
pedía disculpas. Sin los artificios que algunos le achacan, sin el filtro
del autotune, sin la máscara de la performance urbana. Ahí estaba cruda y filosa, como el tango mismo.
Era
domingo 13 de abril cuando el video fue subido a YouTube. Hoy, apenas horas después, ya acumula más de 34 mil reproducciones, y
una estela de reacciones en redes que parece no apagarse. X (ex Twitter) fue el
primer termómetro. “Excelente entonación y métrica perfecta. Sorprendido
gratamente”; “Che, la rompió La Joaqui”; “Primera
vez que la escucho cantar sin hacer voz de nena”. Lo que para algunos fue
un descubrimiento, para otros sonó a confirmación. Un usuario escribió: “No te conozco mucho como artista, pero qué
linda interpretación hiciste de esta canción”.
¿Qué
sucedió en ese salón informal, decorado con flores, luces, instrumentos y
miradas cómplices? Ocurrió algo más
grande que una buena versión de un clásico. Sucedió un desplazamiento.
Porque La Joaqui, una de las voces más identificadas con la cumbia, el RKT y el
trap argentino, decidió apropiarse de un
himno del lunfardo, del machismo retrucado, de la femineidad provocadora y
popular, y hacerlo suyo. Fue un gesto político. Una toma de posición. Una manera de decir “sí, esto también soy
yo”.
El
ciclo ¡FA!, creado y dirigido por Mex Urtizberea junto a Nicolás Tolcachier,
Fabiana Segovia y Pedro Saborido, se propone como un espacio de encuentro sin
etiquetas. Esta vez, en el primer encuentro de este año, bajo el tema “La
Juventud”, reunió a figuras tan disímiles como Tiago PZK, Los Caligaris, Julieta Zylberberg, Julia Zenko, Alexandra
Kohan, Santiago Bilinkis, Piti Fernández, Rep, Lito Vitale y la propia Joaqui.
La consigna no era trazar una definición de juventud, sino dejarse atravesar
por ella. Por sus dudas, sus pasiones, su música. Por la emoción -quizás olvidada- de sentirse joven.
En ese
contexto, el tango de Canaro y Pelay, escrito en 1954 para ser un manifiesto de
empoderamiento antes de que la palabra existiera en el diccionario mainstream,
se volvió más actual que nunca. “Se dice
que soy fiera, que camino a lo malevo...”, cantó la joven como si cada sílaba
fuera un dardo dirigido a todos los que alguna vez la subestimaron.
El video, de apenas poco menos de 3
minutos, logró lo que muchas campañas de marketing no pueden: conectar.
Porque hay algo en esa escena -la calidez del entorno, la crudeza del canto, la
historia que se reescribe- que traspasa la pantalla. “Espectacular”, “Brillante”, “No me lo esperaba”: las frases se
repiten, pero lo que hay detrás es un reconocimiento tácito.
Desde sus inicios, La Joaqui fue blanco de comentarios hirientes. Su estética, su voz, su lírica, su forma de habitar el escenario y las redes sociales. Ella misma lo dijo más de una vez: “La gente asume o me adjudica que porque hago música para divertirme no sé ser pensante”, para luego cerrar: “Soy una persona muy inteligente, lamento decirles”. Y ahí está. Cantando tango. En el centro de una ronda plural, intergeneracional, sensible. Como si dijera, sin decirlo: sí, se dice de mí muchas cosas… pero ahora escuchen esto. Y lo escucharon.