Por Nicolás Fernández (@nicofernandezrelator)
Soy de Boca y
nostálgico a ultranza. Por eso quiero a Riquelme. Porque mis momentos
más felices como bostero están directamente
relacionados con él. Las Libertadores de 2000, 2001 y 2007 que lo tuvieron
como figura excluyente, la final con el Real Madrid, los clásicos. Román
fue un jugador que, a mayor dificultad del rival, mejor jugaba. Lo hizo
también en el Villarreal, eh. Varias de sus más destacadas funciones en
España fueron ante “La Casa Blanca” y
el Barcelona. Pero desde el momento que decidió ser dirigente se metió en el barro y se hizo
“criticable”, aún para los que crecimos creyendo que era un Superhéroe y que a cualquier equipo se
le podía ganar si el “
Y en ese sentido,
entiendo, una de las más grandes falencias del Riquelme político es la elección de los entrenadores (entre
tantas otras cosas que se le puede achacar,
el papelón de los refuerzos no anotados en la Sudamericana, por ejemplo, y más
allá de los aciertos, que seguramente ha habido en su mandato). Sacando a
Russo, que ya había sido campeón de la Libertadores con el “Xeneize”, ningún
técnico elegido por Román (y esto lo pensaba sin el diario del lunes) estaba apto para dirigir a un equipo como
Boca. Y, aun así, Battaglia e Ibarra ganaron dos títulos cada uno, Almirón
llegó a la final de la Copa y Diego Martínez, en el primer semestre, dio la
sensación que podía andar. Porque,
antes del receso por la Copa América, hubo grandes partidos del Boca de Martínez, incluso la derrota por
penales en la semifinal de la Copa de la Liga con Estudiantes, donde el primer
tiempo xeneize fue de lo mejor que le
vimos al equipo en años. Esa eliminación significó el
principio del fin.
Cada club tiene su idiosincrasia y más cuando se trata de
estas instituciones con tanta historia. En River, por ejemplo, siempre anduvieron bien los técnicos del riñón millonario: no son los únicos, pero Labruna, Ramón Díaz y Gallardo,
los tres entrenadores más ganadores de su historia, salieron de sus inferiores.
En Boca se da a la inversa: los tres que más festejaron en el equipo de La Ribera son DTs que llegaron a
Brandsen 805 ya con un importante curriculum y con varios títulos en su haber;
“Toto” Lorenzo, Carlos Bianchi y Alfio “Coco” Basile. El propio Russo, el
“Maestro” Tabárez (que venía de dirigir a Uruguay en el Mundial ‘90). Técnicos
hechos, con espalda, de fuste.
¿Hay una explicación del porqué de las elecciones de Román para el banco boquense? ¿Eligió entrenadores de su confianza, “cercanos” y sin tanta trayectoria para poder influir en el armado de los equipos? Nunca lo sabremos. Lo cierto es que en este momento tan particular de su vida deportiva, en el que se convirtió en blanco de críticas y hasta de insultos por parte de sus propios hinchas, varios de ellos que en algún momento de sus vidas lo endiosaron (parece mentira, pero es la vida del dirigente, sin importar nombres), debería dejar el ego de lado y apuntar a un DT de los pesados. Por lo que dicen, uno de los principales candidatos es Guillermo Barros Schelotto, que cumple con todos los requisitos: personalidad, capacidad e ídolo del club. Se cruzarían dos figuras con un carácter fuerte, particular, difícil de llevar. Será cuestión, de una vez por todas, de unirse por el bien de Boca. Esta vez el presidente no puede fallar porque te quedás sin Libertadores por segundo año consecutivo. Veremos qué pasa…