
Foto: Facebook - año 2019.
Maximiliano no se la vio venir. En la tarde de ayer estaba
dentro de una vivienda, en las afueras del pequeño casco que aún conserva la
localidad de Calderón cuando dos hombres golpearon las manos y se acercaron a
hablar.
De remera verde con la inscripción “NIKE AIR” en el pecho,
en un degradé que llevaba esa leyenda y el isologotipo del blanco al rojo, un pantalón
de jogging gris y una gorra negra de la bebida energizante Mosnter, Velázquez
no sospechó, se presentó y buscó saber qué necesitaban esas personas.
Decir su nombre automáticamente lo puso tras las rejas. De inmediato
se le leyeron los cargos y el motivo por el cual quedaba bajo arresto por orden
judicial y en acción de esos policías encubiertos. Pasó a ser el primer
aprehendido por las muertes de su prima Miriam y su sobrina segunda Mariana.
No supo qué decir ni qué hacer. Se puso una campera polar de
color negra, agachó la cabeza y comenzó el camino hacia el patrullero, mientras
dejaba atrás una vivienda a medio terminar, con pallets sobre el techo para que
las chapas no se vuelen y un frente sin revoque, el cual por prevención lleva
rejas horizontales en su ventana.
Un cartel viejo y despintado pegado a la calle, que aún
anuncia que allí un almacén sirvió de emprendimiento, fue testigo privilegiado
de cómo los agentes de la ley también dieron con la moto roja que se presume es
la captada por las cámaras de seguridad.
En buenas condiciones estéticas, casi sin detalles aunque
algo sucia en sus partes negras, un pequeño calco de letras negras y borde blanco
en su sector trasero derecho sirve como sello distintivo de un vehículo que
podría parecer idéntico a tantos otros que circulan en la ciudad.
Sin decir nada Maximiliano Velázquez fue conducido hasta la
Comisaría Primera de nuestra ciudad, donde aguarda ser llamado por el fiscal Jorge
Viego para declarar en la causa que busca esclarecer las muertes de Miriam y
Mariana.